"Quiero que algo de mí perdure después de la muerte."
Ana Frank

26 jul 2012

El Escondite


Así fue como en un edificio de almacenes y oficinas de Ámsterdam, se construyó un refugio que era ocultado a los ojos de los demás, mediante una puerta-armario. 


Por supuesto, Otto Frank tuvo protectores: sus socios y algunos de sus empleados fueron el contacto con el mundo exterior mientras duró la permanencia en la “casa de atrás”, como se la llamó. Sus protectores fueron: Miep Gies, Bep (Elisabeth) Voskuijl, Jo Kleiman, Victor Kugler y Jan Gies (esposo de Miep).


 Cuando a Margot le llega una citación para viajar a un campo de trabajo en Alemania, a Otto y a Edith les parece que la situación se ha vuelto demasiado peligrosa y deciden esconderse con sus niñas. 


 Además de los Frank, hay otros cuatro judíos escondidos en la casa de atrás: Hermann y Auguste van Pels, en el libro llamados Van Daan, con su hijo Peter, y Fritz Pfeffer. Cuatro oficinistas de la empresa de Otto ayudan y protegen a los escondidos. Éstos temen cada día que los descubran. Y la vida de ocho personas tan apretujadas no es nada fácil.
Ana, al igual que los demás, no lo tiene fácil en la casa de atrás. No sale nunca fuera, tiene que ser siempre sigilosa. Hay muchas tensiones. En su diario describe sus frustraciones.


Los escondidos no pueden salir fuera: sería demasiado peligroso. Durante el día, las cortinas de la casa de atrás deben permanecer echadas, para que no puedan verlos los vecinos. La única posibilidad de respirar algo de aire puro es a través del ventanuco del desván. Por las noches, las ventanas sí se dejan a veces entornadas. 


A veces, los ocupantes del refugio comentan detalladamente sus deseos acerca de cuando recobren la libertad. Ana los apunta todos el 23 de julio de 1943: 


En la casa de atrás reina al principio un ambiente cordial, pero no tardan en estallar las primeras disputas. Los escondidos permanecen encerrados las 24 horas del día. Cuando hay gente trabajando en el almacén de la planta baja, deben guardar silencio absoluto. Durante el día, tienen que evitar en lo posible tirar de la cadena del inodoro, ya que las tuberías del desagüe pasan por el almacén. La estrechez del refugio y el temor a ser descubiertos hacen que aumente la tensión y se produzcan reiteradas disputas. 


Fuera de la casa, varias personas se reparten una serie de tareas: Miep Gies y Bep Voskuijl cubren las necesidades básicas diarias de los escondidos, Johannes Kleiman , Jan Gies y Victor Kugler velan por su seguridad y se encargan de financiar sus gastos.





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